Cómo hablar para que tus hijos escuchen, cómo escuchar para que tus hijos hablen

¿Cómo hablas con tus hijos? ¿Sientes que te cuesta comunicarte con ellos? ¿Te gustaría conocer mejor sus pensamientos y sentimientos? Te vamos a proponer estrategias que harán que mejores tus conversaciones con ellos. De esta manera, podrás profundizar y acercarte más a su intimidad y, por tanto, hacerte entender y entenderles mejor.

Conversar con los niños y adolescentes es uno de los grandes tesoros que tiene la educación. Detrás de una buena conversación con ellos hay intercambio de culturas, de sentimientos, de conocimientos… Hablar significa “me importas”, “te respeto”, “ te considero”, “quiero conocer tu opinión”.

Si conectas dialogando con tu hijo, será mucho más significativo todo lo que compartas con él o con ella. Te tomará más en cuenta a la hora de elegir sus acciones porque habrá entendido lo que le estás transmitiendo y será porque siente que tú también le estás entendiendo.

Vamos a partir de dos importantes habilidades que son imprescindibles para mejorar nuestra comunicación, tanto con nuestros hijos como con cualquier persona de nuestro entorno.

Asertividad y escucha activa: dos grandes aliados

La asertividad es la capacidad de expresar (con todo el ser, no sólo de hablar) lo que uno piensa o siente, de la forma adecuada, en el momento oportuno (nuestro y del otro) y respetando los derechos de los demás, sin hacer daño.

La comunicación asertiva se caracteriza por ser clara y directa sobre los deseos, pensamientos y sentimientos. Además, tiene en cuenta los deseos, pensamientos y sentimientos de nuestro interlocutor.

Hay mucho que aprender para adquirir un estilo asertivo de comunicación, pero podemos recordar estas 9 características básicas:

9 Características del estilo Asertivo

  1. No enjuicia, no etiqueta, no generaliza (los adolescentes son pasotas)
  2. Se cree valioso al igual que los demás (mi opinión es importante y la de ella merece mi reflexión)
  3. Sabe que asertividad no significa que uno siempre gana (no es importante quien gane, sino intercambiar opciones y buscar soluciones)
  4. Pregunta por alternativas (¿y si hacemos ésto así?)
  5. Expresa sus deseos y lo que piensa de manera directa y honesta (Me preocupa cómo estás organizando tu tiempo)
  6. Negocia (Vale, vamos a buscar la solución que nos sirva a los dos)
  7. Confronta el problema cuando sucede (Sentémonos ahora y hablemos de esto)
  8. No deja que los sentimientos negativos se apoderen (Toma unas respiraciones profundas y se calma antes de hablar)
  9. Saber escuchar

Si os interesa profundizar más en esta habilidad os recomiendo un libro sencillo y muy útil que se llama La asertividad para gente extraordinaria de Eva Bach y Anna Forés.

También os recomiendo el libro al que este artículo debe su nombre: Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y escuchar para que sus hijos le hablen, de Adele Faber y Elain Mazlish. Explica, de una forma muy gráfica y con sentido del humor, infinidad de situaciones y alternativas que mejoran la comunicación con nuestros hijos.

La escucha es la gran herramienta de la educación

Mar Romera, Psicopedagoga y escritora

La segunda habilidad viene implícita en la primera y es la escucha activa. Es la habilidad de escuchar lo que la persona que nos habla está expresando directamente y, además, los sentimientos, ideas o pensamientos que están detrás de lo que se está diciendo. Para llevar a cabo una buena escucha, debemos estar totalmente concentrados en el mensaje que el otro individuo nos intenta comunicar.

En la escucha activa, la empatía es importante para situarse en el lugar del otro, pero también es fundamental que éste se sienta escuchado. Por esto, existen dos elementos que nos serán de mucha ayuda:

  • Estar en el momento presente, prestar atención constante y observar al otro.
  • Expresar que le estamos escuchando, con comunicación verbal, en lo que se conoce como la función fática del lenguaje (ya veo, umm, uh, etc.) y el lenguaje no verbal (contacto visual, gestos, inclinación del cuerpo, etc.).

Una vez llegados a este punto, y centrándonos más en la comunicación con nuestros niños y adolescentes, vamos a concretar y ver qué cosas podemos hacer y cuáles sería mejor que dejásemos de hacer.  

Las buenas preguntas generan buenas conversaciones

Elsa Punset (escritora, filósofa, directora del Laboratorio de Aprendizaje Social y Emocional)

Como bien dice Elsa Punset en el video Preguntas para conversar con tus hijos, tener una buena comunicación con ellos no es tan difícil como nos parece a veces. Quizás solamente sea cuestión de cambiar nuestro estilo de preguntas y para ello aporta una lista de 25 preguntas que están disponibles en este enlace para que las consultes, imprimas y añadas las que se te ocurran.

Reflexiones:

  • Hacemos preguntas muy cerradas, que dan poco lugar a la expansión en la respuesta. ¿Qué tal el cole hoy?, ¿Has tenido buen día?, ¿Te han dado alguna nota?, ¿Qué tal con tus compañeros? Podríamos cambiarlas por ¿Qué ha sido lo que has hecho hoy en el cole que más te ha gustado? O, cuéntame la anécdota más divertida que te haya pasado esta mañana.
  • Tenemos poco tiempo disponible y hacemos las preguntas mientras hacemos otras cosas y ellos no sienten que es un buen espacio para la comunicación.
  • A veces les hacemos preguntas que parecen llevar incluidas el juicio previo o que van a tener alguna consecuencia negativa. ¿Te has comido todo hoy?, ¿Te ha tenido que llamar la atención algún profesor?, ¿Has estado atento y formal en clase?
  • No hay comunicación bidireccional. Es un puro cuestionario en el que no se cuentan realmente cosas, sino que se interroga al menor para obtener información muy sesgada. Intenta contar tú también tus cosas, tus anécdotas del día, algún percance o duda que hayas tenido.

En Ecum procuramos dedicar un tiempo a la comunicación con nuestros alumnos cada día. Para ello, utilizamos dos dinámicas que hacen que dispongamos de un tiempo para hablar más con nuestros niños y adolescentes:

  1. Ponemos nota al día. Durante unos minutos, cada integrante del grupo le pone entre un 1 y un 10 a su día y después cuenta las razones que ha habido para que no haya sido un 10. De esta forma tan sencilla, primero establecemos que los días pueden ser naturalmente sobresalientes y en segundo lugar el peso que le estamos dando a las dificultades.
  2. Emoción del día: La segunda dinámica que estamos utilizando ahora es la de elegir y escribir en una pizarra  una emoción proveniente del Emocionario , con la que representamos la emoción más presente en nuestro día: vergüenza, entusiasmo, inseguridad, aburrimiento, orgullo, nostalgia… De esta manera aprenden a definir lo que sienten y además explican por qué lo sienten.

¿Qué conseguimos con estas dinámicas? Perciben que valoramos sus palabras y sentimientos. Se sienten importantes, valorados, y escuchados. Consideran Ecum como un espacio donde se pueden expresar y cualquier acción o pensamiento que estén viviendo con cierta intensidad es importante en su crecimiento y aprendizaje, aunque no sea propiamente académico.

Y hasta aquí mi post de hoy. Espero que te haya parecido interesante y útil y, como siempre, te animo a que compartas tus experiencias sobre este tema con nosotros y nos des tu opinión.

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