Este año, para felicitaros las fiestas, hemos querido compartir con vosotros algunas anécdotas de nuestras vidas de estudiantes.
(No os perdáis el vídeo del final, las risas están garantizadas)
Como sabéis, todos los profes de Ecum somos licenciados o a punto de serlo. Se podría decir que hemos triunfado en nuestros estudios y hemos alcanzado el objetivo que nos hemos planteado en la vida. Pero eso no quiere decir que no hayamos tenido que salvar obstáculos, a veces académicos, a veces personales.
Parece que el camino es muy largo o muy difícil, que solamente lo consiguen determinado tipo de perfiles. Nos gustaría trasladaros que no es así. La última palabra siempre la vais a tener vosotros. Si vais abriendo vuestra mente y ponéis ganas, podéis conseguir cualquier cosa que os propongáis.
En los próximos párrafos, vamos a contaros algunas imperfecciones de nuestra etapa estudiantil.
Marta Puente: “Aprendí que en la vida, a veces, se necesita mucha más comprensión y atención, que conocimientos.”
Un día, la profesora de biología nos hizo un examen sorpresa para el cuál, ni mis compañeros, ni yo habíamos estudiado. Hicimos el examen y, después, nos dio a cada uno nuestra nota. Las preguntas podían responderse habiendo escuchado en clase y aplicando un poco de razonamiento. Me quedé muy sorprendida cuando vi que yo tenia un diez. Una compañera, que siempre tenía muy buenas notas, suspendió. Se acercó para preguntarme cuales eran los apuntes de los que yo había estudiado y si se los podía dejar prestados. Le respondí que no había estudiado y que no tenía apuntes sobre lo que había preguntado en ese examen. Ese día aprendí que en la vida, a veces, se necesita mucha más comprensión y atención, que conocimientos.
Elisa Esteban: «(…)Estudiar con todo mi potencial, sin calcular la posible nota a obtener».
Hasta 3º de ESO, solía sacar muy buenas notas siempre. Tuve mi primer suspenso en la asignatura de física y química. Saqué un diez en la parte de problemas, así que “decidí” no preparar formulación, ya que incluso con un cero, mi media sería aprobado.
Grande fue mi sorpresa cuando vi que tenía un -2. La razón era que para aprobar se necesitaba acertar el 75% y yo no llegué al 25% siquiera. Además, en caso de obtener una calificación menor a un 3,5 en un examen, no se podía hacer media.
A partir de ese momento, dejé de lado los “cálculos estequiométricos” cuyo resultado esperado era siempre 5, y me dediqué a estudiar con todo mi potencial, sin calcular la posible nota a obtener.
Mª Carmen García: «Además de estudiar hay que saber organizar bien el trabajo».
En 5º de primaria, con 11 años, en mi cole se les ocurrió una idea “fantástica”: mandarnos los deberes por quincenas. El día 1 nos mandaban todos los deberes que teníamos que tener hechos el día 15. Fácil adivinar lo que pasó… El día 14 por la noche, estaba yo muy «al borde de un ataque de nervios» y haciendo la tarea que tenía que haber estado haciendo durante esos quince días. Mi madre intentó ayudarme, no sin decirme «cuatro cosas» sobre mi manera de organizar el trabajo, pero ni aún así conseguí tenerlos preparados para el día siguiente.
Mis notas bajaron y aprendí una lección: además de estudiar hay que saber organizar bien el trabajo.
Samuel Rodríguez: «Buscad qué os apasiona realmente«.
Hasta bachiller, yo pensaba que mi mundo era el científico. En 2º de bachiller, descubrí, casi por casualidad, que me encantaban las letras. Pasé de tener una relación odiosa con la sintaxis, a comprender su valía, aprendí a comentar textos y entender su utilidad. Hoy en día estoy a punto de acabar la carrera de Filología Hispánica y contento de haber encontrado mi pasión. A todos se nos pregunta: qué quieres ser de mayor, a qué quieres dedicar tu vida… Pero la vida no está tan pautada como pensamos, nos puede pasar que teniendo una cabeza y trayectoria matemáticas acabemos en unos estudios de letras puras.
Como moraleja que nos queda de esta breve historia, nunca os deis por vencidos, nunca os cerréis puertas y buscad qué os apasiona realmente.
María García de Vicuña: Si me llegan a decir con 15 años que iba a ser yo la teacher…
No fui una alumna ejemplar. En el cole no me esforzaba todo lo que podía y, aunque nunca me fue mal del todo, el inglés y las matemáticas se me habían atravesado y no tenía pinta de que esas fórmulas y esa gramática fueran a quedarse en mi cabeza. Pero aparecieron unas profesoras con otros métodos y con otras explicaciones diferentes a las de toda la vida y algo hizo click en mi cabeza, de pronto…¡Lo entendía todo! Y yo que siempre he sido bastante alternativa, me di cuenta de que las cosas se podían hacer de otra manera y mi vocación de maestra, que siempre había estado ahí, se hizo más fuerte y consiguió que tuviera una motivación en los estudios que nunca habría imaginado en mí. La carrera me apasionó e incluso me saqué el título del B2 muy rápidamente. Si me llegan a decir con 15 años que iba a ser yo la teacher…
La niñez y la adolescencia son etapas de aprendizaje. Nuestro cerebro está en pleno proceso de maduración y hay cosas que se adquieren por el método de ensayo-error. Con estas «confesiones» hemos querido deciros que os entendemos y que hemos recorrido los mismos caminos que vosotros estáis recorriendo ahora. Os animamos a perseverar y confiar en vuestras capacidades, que son mucho mayores de lo que imagináis.
Esperamos que os hayan gustado nuestras historias y, a continuación, os dejamos un vídeo en el que hemos recogido varias de las que se producen a diario en nuestras aulas. Felices Fiestas Navideñas, os deseamos lo mejor.